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EL VALOR DEL TIEMPO

¿Cuánto vale nuestro  tiempo?   Cuantificar el valor es imposible porque para cada persona es diferente dependiendo de su escala de valores o de las necesidades.  Me gustan las personas que saben dedicarse tiempo para ellas mismas y para su familia y amigos. Vivimos en una época en la que todo pasa muy deprisa no sabemos parar ni un minuto, nos introducimos en la rueda de la inercia que nos lleva a una velocidad de vértigo.  El día tiene 24 horas y algunos dicen que necesitarían  30. Me gustaría que reflexionáramos sobre una buena planificación y organización de actividades y observar los buenos resultados. Eliminar las cosas superfluas que nos roban minutos, hora s, como puede ser el enganche a las redes sociales , es otra manera de aprovecharlo. Las personas mayores en ocasiones se suelen arrepentir de no haber pasado más tiempo con los familiares y los amigos y haber dedicado mucho más de lo necesario al trabajo.  No esperemos a ser mayores para disfrutar y dedicarnos tiempo a  no

DISTRAIDOS POR J.M.C.

 

DISTRAIDOS

Dice el diccionario de la lengua española: dicho de una persona que no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor. Esta misma definición se puede aplicar a una sociedad, y en el ámbito del mar donde me formé, entendemos el estar distraído, como la actitud de no tener presente o de olvidarse de lo esencial, que es el propio mar y su capacidad de destruirnos, lo cual nos impide evadirnos de esa realidad, y convierte al distraído en insensato e incapaz. 

En dicho orden, nuestra sociedad se encuentra distraída, pero esta postura no es coyuntural, sino estructural, basada en la finalidad de una cultura creada para eludir el hecho fundamental de superar o de trascender a la muerte a través de la ciencia y de la religión; y mientras no lo consigue, si es que alguna vez puede hacerlo, en olvidarla.

El olvido se convierte así en el elemento esencial, que nos hace insensatos y banales, hasta el punto de olvidar los problemas reales para centrarnos en aquello que nos satisface antes que en nuestras necesidades. Las consecuencias de una sociedad orientada a satisfacer deseos antes que necesidades, son palpables, por ejemplo, el propio Covid nos demuestra que somos capaces de llegar a la Luna o de aspirar a barcos o a coches de lujo, en definitiva al disfrute, y  no lo somos de centrar nuestro potencial en prevenir o atacar a unos seres, ante cuyo embate nos encontramos inermes.  O la de creer que algo superior lo arreglará todo, en una especie de providencia sin necesidad de dios. 

Todo esto se me evidenció después de preguntarle a muchas personas por el problema principal de nuestro país, sin que nadie me respondiera que el agua cuando en seis meses solo había llovido tres días; y después, al ver al hombre del tiempo proclamando la venida de un fin de semana de buen tiempo, o sea, de sol.

JMC



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