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CADA PERSONA ILUMINA CON SU PROPIA LUZ

  Hoy, dos de febrero, es el día de Las Candelas, o La Candelaria.  Para los cristianos es el día de la presentación de Jesús en el templo y suele cerrar el ciclo de la Navidad, coincide cuarenta dias después del nacimiento de Jesús. Es un día de luces que iluminan el camino.  Cada persona tiene su propia luz y brillo,  fruto de sus cualidades , pero en ocasiones encontramos personas que se empeñan en apagar la luz de los que tienen a su lado para que ellos brillen más. Esta acción está respondiendo a una emoción negativa que se denomina ENVIDIA. Las personas que padecen esta "enfermedad llamada envidia", no viven en paz . Desde estas líneas recomiendo a cada persona, que aprenda a brillar con luz propia, que destaque por sus aptitudes y sus cualidades para no necesitar apagar la luz de otros.  Juntos, el espacio que nos rodea queda más iluminado.

HOMEMAJE A JULIÁN FRAILE POR SU HIJA MAGDALENA.

 

A LA MUERTE DE MI PADRE (16-9-1995)

Todo se te acabó en esta vida, en la que tanto luchaste y tanto sudor dejaste.

Con penurias y miserias y al abrigo de tus padres, pasaste una corta infancia y fuiste

precoz adulto, pues la vida te obligaba en aquellas circunstancias.

Sin medios y sin recursos, formaste una familia humilde, pero muy rica en

afectos y cariños fraternales, pues la esposa que elegiste lo supo dar a raudales.

Según fuiste madurando y saliéndote las canas, la vida te recompensó, con lo

que te negó en tu infancia. ¿Cómo te duró tan poco, eso que tú anhelabas?

Perdiste a tu ser querido, (esposa) cuando más feliz estabas y por si esto fuera

poco, eras preso de una grave enfermedad que te acechaba.

A pesar de tu tristeza, fuiste muy valiente ¡PADRE!, a la enfermedad hiciste

pecho para seguir adelante, luchando y luchando fuerte con tu ánimo constante, para

poder ignorar el mal que tenías delante.

Aunque tú le hicieras frente para poder ocultarlo, cuantas veces no podías y en

tu rostro demacrado, la vida te iba anunciando, que tu fin ya está llegando.

Fue una fatídica tarde a finales de verano, tu cuerpo ardía de dolor tú lo

premeditaste, que eso era el final del terrible desenlace.

Dijiste adiós a tus nietos y la habitación dejaste, con la fiebre de la muerte al

hospital te marchaste. Las horas de tu agonía fueron inolvidables, queriéndote alargar

la vida, pero ésta ya se iba a reunirse con mi madre.

Alrededor de tu lecho, todas tus hijas y yernos, te dimos el último adiós y el

último beso. Te quiero y no te olvidaré PADRE.



Magdalena.F.

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