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¡QUIERO LAS FLORES EN VIDA!

En estos días el que más y el que menos tiene a alguna persona querida que falleció y que para recordarla y honrarla le lleva flores al cementerio. Desde mi más profundo respeto a todas esas personas, yo prefiero regalarlas en vida. Muchas veces le repito a mi hijo que en mi funeral no quiero ni una flor. Cada vez que acudo al tanatorio y veo tantas coronas con dedicatorias, con mensajes cargados de emoción y agradecimiento, me pregunto si serán sinceros, o es puro acto social y apariencia . Ciertamente muchos mensajes salen del corazón, pero otros dejan mucho para reflexionar. Seguramente todos conocemos casos d e familias que no se hablan en vida y cuando un familiar fallece, todo parece perfecto, como una excelente interpretación teatral que tiene que representarse para el público, y cuando el funeral termina, se vuelve a la realidad, a las discusiones. Sí, a mi me gustan l as flores en vida . Tengo mi jardín lleno de rosas qu

UN LOBO PARA EL HOMBRE POR J.M.C


 UN LOBO PARA EL HOMBRE

Todo ser vivo tiende a perdurar, incluso pienso que cada elemento de la naturaleza sigue la misma pauta, cuando para mantener su esencia cede o adquiere electrones de sus átomos. 

En dicho orden, es dable pensar que los elementos que componen el cosmos son conservadores, mientras que este avanza y se nutre de la destrucción de sus componentes. 

A su vez, el ser humano, a diferencia del resto de los seres vivos,  entiende el perdurar de forma consciente y adelantada, al hacerlo, incluso, cuando su vida no se encuentra en inmediato peligro. 

Dicha concepción, hace que el hombre tienda a transformar su entorno en aras a conseguir su objetivo de perdurar. Llegados a este punto,  recuerdo una frase de la Biblia, a la que entiendo como una obra cumbre de la experiencia y del saber de la humanidad; una frase que aparece en el Génesis, dirigida a la aventura humana: la tierra será maldita por ti.

La aventura civilizada, presenta una doble vertiente, de una parte el hecho transformador hace que la naturaleza sea tratada como un objeto. También, cada ser vivo, la trata así, y al mismo tiempo se convierte en objeto de los demás, por lo cual, cada ente se comporta como objeto y como sujeto en la relación del perdurar.

Sin embargo, el hombre, al encontrarse en la cúspide de la relación, ya no puede ser objeto de la supervivencia de los demás seres, -ni tan siquiera su cadáver, a los que tiende a cremar-, que para él son solo objetos, siendo el hombre en relación al hombre, quien deviene como objeto-sujeto en el proceso transformador. 

Como objeto, en la medida que es utilizado por otros hombres para incrementar sus posibilidades de perdurar, y como sujeto, en la medida en la que resulta beneficiario de dicha transformación para las suyas.                             De ahí la frase: el hombre es un lobo para el hombre.  La cual, como todas las cuestiones esenciales, pertenece a nuestra estructura mental, y mientras esta se mantenga, dicha actitud se convierte en indisponible.


JMC 

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