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HERIDAS SIN CICATRIZAR

  Son muchas las familias que cuando los hijos se quedan huérfanos, sienten la pena de la pérdida de los padres , pero también la ausencia de los valores que ellos  les inculcaron Desde estas líneas hago una llamada a la vuelta a la concordia. Los hijos tienen que ser transmisores de unidad y no de rivalidad. Los padres desearían, que por encima de todos los bienes materiales que les pudieran dejar en herencia, recordaran el esfuerzo, la ilusión y los sinsabores que tuvieron que pasar para que las siguientes generaciones disfrutaran una vida más cómoda y fácil. Honrar a los padres  fallecidos es el mejor ejemplo que se les puede  enseñar a los hijos . Los bienes materiales, son eso, materiales y fugaces, pero los valores como: la gratitud, el respeto, la solidaridad, la honestidad y la unidad son el bálsamo que se necesita para ayudar a cicatrizar las heridas que se producen cuando por encima del amor se instalan: el odio, el rencor y la envidia entre los her...

¡ LA CIUDAD QUE AMO!


Crisrina Sánchez Vivanco nos presenta su ciudad:

Mi ciudad tiene cosas increíbles y son tantas que solo os voy a contar unas pocas.
En mi ciudad hay  una preciosa  biblioteca dentro de  unas ruinas de una antigua iglesia barroca y en un palacio hay una mesa de ¡80 metros de largo para dar de  comer a unos 200 comensales!
Mi ciudad está repleta de iglesias pero os mencionaré mis dos preferidas. La primera tiene un lindo nombre: “cachito de cielo” y es  una capilla construida  en unas caballerizas porque entonces  existía una ley que  impedía construir edificios religiosos de nueva planta. Y la segunda es conocida como “la capilla Sixtina”. Resulta difícil imaginarse, al pasar ante su sencilla fachada exterior de ladrillo, el tesoro que encierra su interior, pintada íntegramente al fresco.


En mi ciudad hay otra iglesia que está abierta las 24 horas, por la noche en los bancos duermen necesitados, tiene enfermería, reparte desayunos y cenas, admite perros, tiene wi-fi y es LGTBI-friendly, entre otras cosas.
En alguno de mis viajes, al coger el tren en mi estación preferida me quedo extasiada contemplando el ecosistema que hay en su interior, tiene ¡¡¡¡¡7000 plantas de 260 especies!!!!!
Al pasar por el antiguo ayuntamiento de mi ciudad me enteré que tenía dos accesos, los  políticos entraban por una puerta y los criminales y condenados por otra. Sin comentarios…



Hace poco estuve en  un centro municipal de mayores  y me enseñaron las celdas de la Santa Inquisición. Éstas estaban destinadas a religiosos que eran juzgados pero después también fueron habitadas por presos civiles. Muchas veces, unos y otros aguardaban en sus angostos habitáculos hasta que llegaba la peor de sus suertes, la ejecución.
Mi ciudad está llena de leyendas: tiene su casa maldita, su fantasma del hombre  sin cabeza, su fantasma de una joven deambulando por el tejado de su casa entre chimeneas, figuras fantasmales de extrañas monjas en un museo.


Llevo muchos años deseando comer en  el restaurante más antiguo del mundo y está en mi ciudad, empezó como posada con horno de leña y tuvo un conocido  de friegaplatos: el genial Francisco de Goya.
Paseando en uno de sus maravillosos parques me topé con la única estatua al aire libre  dedicada a Satanás en todo el mundo, “el ángel caído”, y qué casualidad que ésta se encuentra exactamente a 666 metros sobre el nivel del mar, la conocida marca de la bestia.


A estas alturas ya sabrás cómo se llama la ciudad que amo: MADRID.

Madrid es fascinante, encierra fantásticos secretos que nos demuestra que aquí nunca nada es lo que parece y que basta con rascar un poco en la superficie de nuestra ciudad para sacar a la luz historias y lugares increíbles



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