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¿QUÉ SERÍA DE LA SEMANA SANTA SIN BANDAS DE MÚSICA Y COROS?

 Durante estos días de Semana Santa todas las ciudades y pueblos de nuestra geografía disfrutan, cada uno a su manera, de unas de las festividades más populares: LA SEMANA SANTA. Las calles se llenan de gente, las iglesias se completan para escuchar a los numerosos  coros, que en los días previos a la gran Semana, nos anuncian que llegan las procesiones con el fervor y devoción de las cofradías, que durante todo el año se preparan para procesionar por las calles. Los acompañantes aguantamos horas y horas viendo desfilar la grandeza de los pasos con las extraordinarias imágenes, que nos recuerdan el sufrimiento  y muerte de Jesús. Alguien se ha preguntado ¿Qué sería de las procesiones sin la música de las BANDAS? La música de las marchas hace que  a los costaleros que llevan los pasos les resulte más llevadera la carga, que los visitantes se orienten por la ciudad y localicen las procesiones, pero lo más importante es que consiguen llevarnos a todos a momentos de emoc...

POEMA MANCHEGO POR RUFINO HERNANDEZ



 CAROLINA


¿A dónde va mi ricona?

¿A dónde tan remilgada?


-A buscar a mis amigas.

Voy a la Fuente  del Agua.


-No me digas, Carolina,

no me digas, algo pasa.


-¿A qué te refieres, tonto?

¿A que he pintado mi cara?


-¿Son amigas, son amigos,

esos de la Fuente Clara?


-Ya me estaba pareciendo

que ibas por otras cañadas.


-Mira Carolina, mira.

Cuando sueño con tu frente,

mis adentros se disparan,

las noches se hacen eternas

y muy luengas las mañanas.

 Sin estar con Carolina 

se me alargan las distancias,

hasta el arado rechina 

sin terminar la jornada.


-¿Como me dices tú eso 

si yo vivo en Cantarranas?

Mi padre nació en la cueva

y mi madre en la cabaña,

para salir adelante

trabajaron como mulas,

tú tienes tierras y casas.

En Horcajo hay muchas chicas

que tú las tienes prendadas, 

y todas más guapas que yo,

nunca vivieron descalzas.


-No hables así, Carolina.

A las que tú te refieres 

no llegan a tus sandalias.

Fíjate que nada he dicho

de  bellezas que derramas.  

El resplandor de tus ojos 

dan piedad y fortaleza.

Cuando me fijo en tus labios,

me traslado a un mundo nuevo.

En tu frente siempre encuentro

miles de ideas ordenadas.


_ No digas más, que me abrumas.

Mi casa no tiene lujos

pero está llena de libros,

de trabajos, de justicia,

de cariño y dignidad.

No mendigamos riquezas

ni envidiamos a los ricos,

la riqueza que buscamos

renace en los corazones,

se comparte con los otros

como postes  de hermandad.


-Mira, Carolina, mira.

Caminemos separados,

que a nadie le importa nada.

 Vámonos a los silencios, 

hablaremos de mañanas, 

de aclarar las diferencias,

de aumentar nuestras miradas,

de entender los entrecejos,

cuando nos vean por el pueblo,

 con las manos  agarradas.

Después, vendrán las visitas,

mesas, padres y parientes.

Gritaremos a los vientos:

Más allá de las codiciash

se unieron los corazones,

Se olvidaron las rutinas,

vencieron sueños y amores.


Rufino Hernández

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